(Japonés) El hecho de que pude ingresar al Ejército norteamericano para mí fue una gran alegría. Una vez finalizado el entrenamiento básico, por diferentes circunstancias, me enviaron nuevamente a Japón. Son cosas de la vida, vaya a saber, donde en Japón hice de buenas amistades y pude visitar nuevamente a mis parientes. Realmente, estaba muy agradecido por eso. La vida y el trabajo en el Ejército americano fue muy grato, muy diferente al de Japón donde dentro de esa disciplina había sanciones y golpes. En el americano no había nada de eso. Desde luego, al comienzo no fue tan fácil adaptarme a ese nuevo ambiente militar y tuve dos o tres situaciones amargas, pero todo ha sido parte de la experiencia. Probablemente después detallaré sobre eso, pero como era joven en la estructura militar japonesa me llamaban “ey, Sudo!” en forma bastante enérgica y a veces pedante, pero después de la guerra yo había regresado con mi uniforme militar americano y ahora como parte del ejército vencedor, se podría decir de alguna manera. Ellos agachaban la cabeza y se ponían a disposición mía. No puedo dejar de admitir que eso me hizo sentir un poco mejor pero para ellos era tal vez era humillante. Todo ha sido para mí una gran experiencia.
Fecha: 17 de junio de 2008
Zona: California, EE.UU.
Interviewer: Yoko Nishimura
Contributed by: Watase Media Arts Center, Japanese American National Museum