Ahora que tengo mis cincuentaitantos años, puedo decir que he pasado por muchos cambios de nombre.
Al crecer en el Condado de Orange, mi nombre era Diana Keiko Ando hasta la universidad, cuando pasé mi Junior Year Abroad (programa de estudios de un año en el extranjero para estudiantes universitarios de tercer año) en la Universidad de Waseda en Tokio. Fue entonces cuando, en 1976, pasé a ser conocida como Keiko. ¡Definitivamente, ese fue un año trascendental y positivo en mi vida! Me sentí tan afortunada de haber tenido una experiencia de vida en Japón. Sinceramente, valoro mi herencia japonesa y me siento orgullosa de tener un segundo nombre japonés.
He tenido muchas historias divertidas desde entonces, debido a que algunas personas no se dan cuenta que Diana Ando también es conocida como Keiko Ando y que ambas son la misma persona. Incluso, es aún más confuso para nosotras, las mujeres, porque cuando nos casamos, algunas de nosotras cambiamos nuestros apellidos. El día de hoy, la gente me conoce como Diana Keiko Ono.

Mi pasión durante mis tiempos libres es trabajar con la juventud estadounidense japonesa y la gente mayor de aquí en el Templo Budista del Condado de Orange. La mayoría de la gente de aquí me llaman “Diana”, “Sra. Ono” o “Tía Diana”. Tengo la suerte de que la mayoría de los amigos de mi hija me llamen “Tía Diana” y se sientan lo suficientemente cómodos como para conversar conmigo sobre toda clase de cosas que pasan en sus vidas.
No me siento como la tía o la vecina entrometida, porque a mí realmente me interesa escuchar lo que está haciendo cada joven, qué quieren aspirar a ser, sus metas y sueños. Yo siempre les digo: “Ustedes son jóvenes y hay muchas oportunidades en la vida. ¡Pueden hacer cualquier cosa que quieran hacer!” Por otro lado, los amigos Kibei y Nisei de mi mamá me llaman “Diana-san” y siempre estoy feliz de conversar con ellos sobre sus vidas y lo que está pasando en nuestra comunidad. Siento que la comunicación personal es muy importante, ya sea verbal o escrita.
Mi refrán favorito en japonés del Japón del siglo XVI es: “Ichigo Ichie” (“Una Vez, Un Encuentro”) y que se traduce como “Vive la vida al máximo y valora cada momento como si fuera el último”. Si me conoces, sabrás que trato de vivir cada día al máximo y hacer que cada día sea significativo. Como es el caso de hoy, 28 de setiembre de 2014, que estamos en el taller de escritura organizado por Discover Nikkei del Museo Nacional Americano Japonés en la Iglesia Budista del Condado de Orange. Todos los que estamos presentes nos sentimos verdaderamente bendecidos de estar aquí juntos para aprender de Patricia Wakida, Yoko Nishimura y del staff del Museo Nacional Americano Japonés (JANM, por sus siglas en inglés). No sabemos si volveremos a vernos otra vez, pero siempre podremos valorar esta maravillosa tarde que hemos compartido juntos aprendiendo, riendo y escribiendo. Quizás algún día leeremos una historia o un libro famoso escrito por Kelly o Elena, dos de nuestras futuras jóvenes escritoras.
Ya sea que me conozcas como “Diana” o “Keiko”, escríbeme un mensaje, porque siempre tengo interés en compartir un momento en medio del ajetreo de la vida. Me encanta conocer personas y conectarlos con otros amigos que puedan tener intereses similares. Siempre le digo a la gente que trate de aprender algo nuevo cada día, que se desafíen a sí mismos y compartan sus conocimientos con otros.
La vida es demasiada corta para no hacer nada. Vive la vida al máximo = “Ichigo Ichie”.
* Esta historia fue desarrollada durante el Taller de Nombres Nikkei realizado en la Iglesia Budista del Condado de Orange en Anaheim, California el 28 de setiembre de 2014.