Gaijin

No lograba entender a mi amiga Emilia. La llevé a pasar las vacaciones a la casa de mi abuela, en Santos, con la esperanza de que hiciera uso de sus conocimientos de la lengua japonesa, ya que yo no tenía casi ninguno. O ninguno en absoluto.
Pero después de unos minutos de conversación, ella me llama aparte y suelta el comentario: ¡No entiendo lo que dice tu abuela!
- ¿Cómo es eso? ¡Me dijiste que sabías hablar japonés!
- Sí, sé, pero ¡no entiendo nada de lo que dice!
Emilia tenía razón: mi abuela hablaba uchinaguchi, el dialecto de Okinawa. …